Notas de Prensa

Esto no es un 3%, es un 36%

18-11-2014 | Economía Digital

El paro sigue en aumento, la escasa creación de empleo se acompaña de la precarización del mismo y los salarios continúan con su tendencia a la baja

Efectivamente, han leído bien. Aquí no hablaremos del 3%, ni del 4%, ni del 5%, sino del 36%. Y se preguntarán, ¿de qué? 36,3% de pobreza infantil en España, o lo que es equivalente a 2,7 millones de niños que viven bajo el umbral de la pobreza. Es decir, con un 60% de la renta media nacional situada ahora en los 22.700 euros anuales.

Estos datos los recoge el último informe publicado por UNICEF el pasado mes de octubre, titulado de manera muy pertinente: Los niños de la recesión. El impacto de la crisis económica en el bienestar infantil en los países ricos.

El informe analiza la relación existente entre el impacto de la Gran Recesión en las economías nacionales y el deterioro infantil desde el año 2008. En total, son estudiados 41 países del primer mundo.

Las cifras españolas son realmente estremecedoras, alarmantes, espantosas…En fin, todo un abanico de adjetivos sería aplicable.

En España la pobreza infantil ha aumentado el 8,10% con respecto al 2008. Con estos datos sólo nos superan dos países: Grecia y Letonia. Si en el año 2008 el porcentaje de pobreza infantil ya era del 28,2%, en el 2012 éste se eleva hasta el 36,3%. Traducido a términos poblacionales equivale a 2,7 millones de niños pobres o a que uno de cada tres niños españoles vive por debajo del umbral de la pobreza.

En cambio, países como Suecia, Noruega, Finlandia o Suiza en estos cuatro años de recesión logran achicar el porcentaje de pobreza infantil en -4,80%, -4,30%, -3,20% y -0,8%, respectivamente. En Noruega tan sólo un 5,3% de los niños carece de recursos y en Finlandia el porcentaje es también de los más inferiores, el 8,8%.

Otro de los datos llamativos es el incremento de los jóvenes entre 15 y 24 años que no cursan estudios ni trabajan --los coloquialmente llamados ninis--. En España, el porcentaje se ha incrementado el 4,3%, pasando de un 14,3% en el año 2008 a un 18,6% en el 2013. Paralelamente, en países como Suecia o Austria, se ha conseguido reducir o mantener esta cifra y allí el porcentaje oscila en torno a un 7%.

Íntimamente relacionado con el parámetro anterior está el desempleo juvenil, que se ha agudizado y se ha incrementado en España en más de 25 puntos; esto es, superando el 50% en el año 2013.

Aún así, ante las pavorosas cifras mencionadas, una de las referencias más provocativas se encuentra en una tabla del informe denominada: últimos cambios significativos en las prestaciones familiares (prestaciones familiares, por hijo, nacimiento, atención, deducciones y créditos fiscales). La tabla agrupa datos de las políticas públicas de los países analizados en la materia enunciada. De este modo, vemos como en España la única medida relativa a las prestaciones familiares se produjo en el año 2010 y consistió en la eliminación de la asignación por nacimiento y el recorte de la asignación por hijos menores de tres años sujeta a una evaluación de los recursos. Desde entonces no ha habido ninguna política pública relevante favorable a las prestaciones familiares.

Por el contrario, países como Suecia han incrementado el monto de las ayudas, o Finlandia, pese a que ha congelado hasta 2015 la indexación del importe de la asignación por hijo, ha aumentado los índices de base de las asignaciones y permisos de maternidad, paternidad y parentales; subsidios para la atención infantil en el hogar, centro privados de día y atención parcial.

Por último, el informe presenta un apartado bajo el título: el gran salto atrás. La acrobacia de retroceso de España es de 10 años; una década de progreso perdida por las familias con hijos en relación con la disminución de los ingresos familiares entre el año 2008 y el 2012, sólo superados por Grecia que ha retrocedido 14 años.

Ciertamente, si no se efectúa una pronta implementación de políticas públicas tendientes a dirimir estas cifras la situación seguirá empeorando. No estamos ante la coyuntura de que un niño no pueda ir de vacaciones con sus padres o no pueda ir a un restaurante a comer. Estamos presenciando situaciones de niños que acuden a la escuela sin nada en el estómago y sin material escolar, de niños cuyos padres no llegan ni a mitad de mes, de niños víctimas de desahucios, de niños que ven cómo sus padres día tras día buscan, en vano, empleo; en definitiva, de niños olvidados por las instituciones del Estado.

El paro sigue en aumento, la escasa creación de empleo se acompaña de la precarización del mismo y los salarios continúan con su tendencia a la baja.

Asimismo, la aridez de políticas públicas es latente en las instituciones. Temas como la corrupción y los debates autonómicos eclipsan las agendas de los gobiernos, que lejos de afrontar la situación con medidas, la finiquitan con “oooohs” de mofa.

Mientras todo lo anterior acontezca, las consecuencias seguirán recayendo sobre uno de los colectivos más vulnerables, el 36% de los niños.

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