Notas de Prensa

Teatro, puro teatro

29-09-2014 | La Voz Libre

Jordi Pujol i Soley, el evasor, el defraudador, no es más que una víctima inmolada por su sacrificio personal en el renacimiento definitivo de la patria catalana

Jordi Pujol i Soley, el ex molt honorable presidente del gobierno de la Generalitat, ha comparecido ante la comisión de Asuntos Institucionales del Parlamento de Cataluña. Lo ha hecho en una fecha pactada con el actual presidente. El mismo que levita por encima de la Constitución y el Estatuto de Autonomía, y se siente investido poco menos que “por la gracia de Dios” y proclama a los cuatro vientos que es el CXXIX presidente de la Generalitat y se siente legitimado por los siete largos siglos de existencia de lo que fue la Diputación del General, nacida para poner a buen recaudo real diezmos y tributos destinados a engrosar las arcas de la Corona de Aragón.

El pacto entre mentor y discípulo buscaba principalmente no interferir en los fastos del Tricentenario y en la jornada de exaltación del separatismo en la que se ha convertido la Diada del 11 de septiembre. Pujol largó una misiva a la presidenta De Gispert anunciándole que debía comparecer a partir del 22 de septiembre, para incidir lo menos posible en los hechos que él mismo calificaba de “alto voltaje político” que concretaba en la propia Diada, en el Debate de Política General y en la aprobación de la llamada Ley de Consultas, que sirve para convocar referéndums.

Puesto a retrasar su comparecencia, dado que no es obligada, Pujol ha tenido a bien retrasarla hasta el viernes 26, víspera de la fecha elegida por su pupilo para firmar el Decreto de convocatoria de lo que él ha bautizado como consulta pero que es, átense los machos, todo un referéndum de autodeterminación, que aunque se quiera vender como meramente consultivo tendría consecuencias políticas inmediatas. El trile separatista refina el argumento, en boca del propio Mas, que anuncia que “la consulta no es jurídicamente vinculante”, para añadir a renglón seguido que “puede tener una consecuencia política, pero al día siguiente no hay una consecuencia jurídica inmediata”. Es decir, si consigue celebrar su referéndum “no vinculante” y, en ese supuesto, ganase el doble sí que quizás él mismo entienda, se sentirá inmediatamente “vinculado” para iniciar la negociación a cara de perro con el opresor estado español, que como cualquier catalán de pro sabe sobradamente es el causante de todos los males. Incluso del olvido de Pujol de regularizar su fortuna, esa que gestionaban diligentemente unos amigos de Florenci Pujol, entre los que seguramente estaba Artur Mas Barnet, padre del líder de CDC.

El retraso tiene justificación propia. El Decreto, tal vez consecuencia última del cerco judicial y policial al clan Pujol, sirve este sábado 27 de septiembre para apagar el eco de la comparecencia del viernes 26 en la que Jordi Pujol i Soley podría haberse hecho merecedor del Premi Nacional de Teatre de Catalunya o, quien sabe, al Premio Tony al mejor actor principal, si el Diplocat se lo trabaja adecuadamente. Un Decreto que puede tener su origen en intentar romper el cerco a la corrupción sirve para tapar el eco de la corrupción manifiesta del patriarca. En fin, de traca i mocador!

Porque Jordi Pujol, en su comparecencia, dio una clase magistral de interpretación digna de la mejor escuela de la Commedia dell’arte. Empezó sereno, contando pausadamente l’Auca de l’avi Florenci, el amasador de fortunas puestas a buen recaudo por si había que salir por piernas. Volvió a su moralina genética para recordar a los meros diputados que él había consagrado su vida a fer país, sin preocuparse del vil metal, sabiéndose como se sabía sobradamente rico. Y terminó haciéndose el ofendido ante la vana pretensión de los inquisidores más preocupados por conocer la verdad que por que les contaran la milonga que se les había contado, por muy predecible que esto fuera.

Resultado: Jordi Pujol i Soley, el evasor, el defraudador, no es más que una víctima inmolada por su sacrificio personal en el renacimiento definitivo de la patria catalana, la que enardece a sus prosélitos convergentes y, últimamente, incluso a su discípulo predilecto, al elegido para calentar la silla –la poltrona– que su hijo Oriol nunca ocupará.

En este juego de teatro, quien hace pocos días nos anunciaba que actuaría “con determinación, firmeza, habilidad y astucia”, ha dado un paso más hacia la nada con la firma del Decreto de convocatoria del Referéndum de autodeterminación que pretende celebrar el próximo 9 de noviembre. El astuto signatario quiere levantar un muro impenetrable, una frontera interior entre catalanes, en el XXV aniversario de la caída del muro de la vergüenza, del muro de Berlín.

Teatro, puro teatro. Aunque si de teatro se trata, antes que a Mas o a Pujol prefiero a Ubú President, por más que la realidad supere a la ficción, como reconoce el propio Albert Boadella. 

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